FICHA TÉCNICA
Director: Nicolas Philibert
Título original: Éter et avoir
Guión: Nicolas Philibert
Producción: Maia Films, Arte Franco Cinema, Les Films D'ici y Le Centre National de Documentaion PédagogiqueProductor: Isabelle Pailley Sandoz
Fotografía: Katell Djian y Laurent Didier (Color)
Montaje: Nicolas Philibert
Música original: Phillipe Hersant
Intérpretes: El maestro Georges López y sus alumnos Alizé, Axel, Guillaume, Jessie, Johan Jojo), Johann, Julien, Laura, Létitia, Mario-Elizabeth, Nathalie y OlivierSINOPSIS
COMENTARIO CRÍTICO
Eternamente niños SER Y TENER es un sencillo documental acerca de un curso académico en la escuela rural de Saint Etiene sur Usson (Puy-de Dôme), en el corazón de Auverne. Explicaciones, ejercicios, exámenes, recreos, altercados entre alumnos, alguna excursión... La historia es en realidad un mosaico formado a partir de pequeños fragmentos sin ánimo de sentar cátedra ni establecer teorías, tan sólo de mostrar el día a día en un lugar recóndito donde todo el mundo se conoce y donde la educación apenas cambiará el destino prefijado de los niños, que acabarán heredando el negocio paterno o cultivarán la misma tierra que sus antepasados.
¿Cómo surgió la idea de la película?
En la primavera de 2000 empecé a imaginar un proyecto sobre el mundo rural, y me fui a la búsqueda y al encuentro de agricultores al borde de la ruina...Pero durante el periodo de mis investigaciones, la idea de una película sobre una escuela de pueblo se adueñó de mí poco a poco, sin saber muy bien el porqué.Es cierto que, desde hacía tiempo, tenía ganas de hacer algo sobre el aprendizaje de la lectura, pero esta idea quedó en bruto, como todas esas cosas que guardamos en el fondo de uno mismo esperando que salgan a flote.En mí, el deseo de hacer una película surge de improviso, después de casualidades... A veces es apenas un sonido, un rostro, una situación lo que provoca el "clic". A veces es un poco más, pero digamos que esto no viene nunca de una elaboración abstracta, de su sabor "libresco" o de una voluntad didáctica. Aunque mis películas sean documentales, procuro ante todo contar historias desde los lugares que investigo. De hecho, por su forma narrativa, y por su composición, no creo que éstas estén tan alejadas de la ficción.
¿Cuáles fueron las razones que le hicieron escoger esta escuela?
Mucha gente no lo sabe, pero en Francia todavía hay miles de colegios de clase única. Empecé por determinar una región, el Macizo Central, porque quería ubicar la película en un sector de media montaña, donde el clima fuera duro y el invierno difícil. Por añadidura, me parecía esencial encontrar una clase con un grupo reducido (de 10 a 12 alumnos) de manera que cada niño fuera identificable, y pudiera ser "un protagonista", un "personaje de la película".También quería que el rango de edades fuera lo más amplio posible - desde párvulos hasta 4º ó 5º de primaria o más - por la personalidad y el encanto que emanan de estas pequeñas comunidades heterogéneas, y por el trabajo tan particular que exigen sus profesores. Y ya, puestos a pedir, si la clase podía ser grande y luminosa (no era cosa de añadir iluminación) y si los niños tenían rostros bonitos, pues mejor que mejor.Naturalmente, yo sabía que muchas cosas dependerian de esa elección, y la responsabilidad recaeria sobre los hombros del educador, pero sobre ese punto determinante estaba muy abierto: podía ser hombre o mujer, joven o menos joven, experimentado/a o no... Yo sabía que al final esto no daría la misma película, pero de ese lado no tenía ninguno a priori.
¿Es que el maestro es aceptado fácilmente?
Me ha hablado de su clase, de su apego a esta pequeña "tropa" que le obligaba, aún después de 35 años de experiencia, a adaptar continuamente, sus métodos de trabajo, sin esconder que el mismo los encontraba un poco clásicos, y sugiriendo a menudo escoger a alguien más moderno. Él sería el pilar, el centro de gravedad de la película, constantemente bajo el objetivo de la cámara, pero lo que quedaría de el, es una impresión de conjunto, los contornos de una personalidad. Poco a poco, fue cogiendo confianza. Tenía 55 años y solo le quedaba un año y medio para jubilarse. Una ocasión quizás, a través de esta experiencia, de acabar bien antes de dedicarse a otra cosa. Le propuse que reflexionara algunos días y cuarenta y ocho horas más tarde, me dio su consentimento.
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